20 julio 2009

Alfileres como puyas


Cronos, dios del tiempo, ha querido que la desgracia convierta en alfileres unas palabras de la Presidenta de Madrid que se clavaron en nuestros corazoncitos: «No podemos coger cinco mil millones de los impuestos que han pagado los madrileños y dárselos a los extremeños o los andaluces», dijo mientras en hospitales de Cáceres y Badajoz atendían por igual a una decena de jóvenes madrileños y extremeños, contagiados de gripe en el mismo campamento y por un miedo colectivo a entrar en cualquier coso sanitario tras los sucesos que ha sufrido aquella sanidad pública.

Las declaraciones las hubiera firmado el mismísimo Pujol en los 80, un catalanista que nunca se preocupó de conmemorar la Guerra de la Independencia, ni de las películas de Garci, ni se manifestó para gritar ´España se rompe´ aunque coincidiera con el fin último del mensaje. Mientras, por aquí apremian para rehabilitar la alcazaba, derruida por salvar la plaza del enemigo o imaginamos otra tierra si sus hijos no hubieran emigrado también a ese Madrid que crece sin playa ni puerto pero que es -a mucha honra- la capital de España. El mundo al revés, para desprecio al mismo General Menacho: en la capital del Reino militando en el nacionalismo de Los Nikis o de Séptimo Sello -Todos los paletos fuera de Madrid»... ¿se acuerdan?- y el PP en Cataluña, coincide con el sucesor de Pujol, Artur Mas, en que la financiación que llega a Cataluña es aún «insuficiente». Para quien lo entienda.

Es pulsar la financiación autonómica y representamos todos un paripé en el que -no sé por qué- debe haber vencedores y vencidos. Como en una corrida de toros, los hay que hasta brindan y dicen haber triunfado -¿Ante quién, ante España, ante Zapatero?-. Los hay que se presentan como salvadores de la patria cuando dicen no creer en España ni en los toros. Y los que más se gustan envueltos en la bandera, clavan alfileres como puyas o amagan, asustan y no golpean: Canarias y Ceuta apoyan la reforma. A Murcia, Madrid, Valencia, Castilla y León, Galicia o La Rioja no les gusta pero agarran su parte del pastel. ´España se rompe´, pero yo me abstengo. «Crecerá el déficit público para atender las exigencias de Cataluña...», pero todos queremos más.

Lo más brillante en este pulso cíclico lo dijo Ibarra hace años: «Éstos se creen que porque tengan dos lenguas tienen dos bocas». Los que nos iniciamos en esto ensayamos hipérboles que igualen aquella síntesis de ingenio. Es difícil. También porque esta vez, numéricamente, había bocas que atender. Seis millones más desde 2001 obliga al gobierno a poner 11.000 millones de euros más en la mesa, un 10% adicional a lo que había. Extremadura, que creció 16.400 habitantes en estos años, ha conseguido en silencio 12.300 euros por cada nuevo extremeño de esa subida. Cataluña, con todo su ruido, 3.800 euros para cada uno del millón de nuevos catalanes... Ahora, a remendar descosidos. Si vienen a cazar a Extremadura que nuestros servicios públicos los sientan como suyos. No pinchemos más porque en esta España del toro cotizan ciudadanos y empresas, no los territorios. Desde otro tercio, casi un centenar de ganaderías bravas pastan en nuestra dehesa y aún no han fijado su sede fiscal en Extremadura. Y eso sí es un puyazo al presupuesto que cada año se desangra más.

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